miércoles, 14 de julio de 2010


UNA NIÑA HERMOSA (Nov. 22, 2000)

Anoche tuve un sueño, de pronto sin saber como, puede ver delante de mí a una hermosa niña que jugueteaba graciosamente; sin parar, corría y bailaba, luego, levantando ambos brazos giraba su cuerpo, para después ponerse a dar de brincos mientras reía de una manera encantadora y divertida.

De inmediato sentí por ella un enorme apego y cariño, sin embargo, percibí que el amor que sentía por ella no era de hacía unos instantes, era un amor de hacia tiempo, un amor de años, de unos tres o cuatro, que era la edad aproximada de aquella bella pequeña. Y aquella sensación de algún modo me llevó a darme cuenta de que por lo menos en mi sueño, aquella chiquita era mi hija, y así entendí por que mi cariño por ella me parecía de mucho tiempo.

Ella no dejaba de reír mientras jugaba, giraba, brincaba y su larga cabellera volaba graciosa por los aires. Yo la contemplaba lleno de gozo y orgullo, ya que podía darme cuenta, de que mi pequeña hija, hacía todas aquellas gracias, expresamente para mí, para su papá. Todo era armonía en mi sueño, una gran felicidad me embargaba por lo que me incliné hacia ella, con toda la ternura de que soy capaz la abracé y le di un beso, a lo que ella respondió con una gran sonrisa y como si hubiese recibido “cuerda”, imprimió aún más alegría a sus piruetas. Fue un momento precioso, yo estaba feliz y era evidente que la pequeña se sentía contenta, pero sobre todo amada.

Sólo unos segundos había durado mi sueño y ya una enorme alegría llenaba mi corazón… más de pronto, mi pequeñita de ensueño desapareció, y quedó un vacío donde antes todo era alegría. Tan rápido como había llegado el amor, del mismo modo una gran tristeza ensombreció mi sueño. ¿Dónde está mi hija? –me pregunté-. Y en ese preciso instante obtuve la respuesta. No puedo decir que fue una voz, más bien creo que fue como un mensaje escrito en mi mente, que fue puesto ahí y que de pronto se corría un velo para que yo pudiera verlo.

Y decía: “Esta niña que has visto y amado en tan poco tiempo, realmente es una niña que nunca nació, esta niña fue abortada y nunca nadie pudo amarla como tú lo has hecho, nunca nadie pudo ver lo hermosa que era y nadie disfrutó de su risa ni recibió sus besos. Es una niña que no pudo dar al mundo todos los dones que Dios había puesto en ella.”

Y sentí un dolor inmenso en mi corazón, comprendí entonces que aquella pequeñita no había tenido la oportunidad de nacer, y comprendí que el haber terminado con aquella preciosa vida, lejos de lograr algún beneficio, más bien se había convertido en una pérdida irreparable para toda la humanidad. Tan bella, graciosa, cariñosa e inteligente; la conocí tan sólo por unos instantes, pero fueron suficientes para darme cuenta de que hubiera sido una gran mujer.

Todo en mi sueño se ensombreció y sólo pude ver el vacío. No quedó nada, donde poco antes había tanto. Y así, mi triste sueño terminó, justo en el momento, en el que desperté llorando.


Los malvados llaman a la muerte con obras y palabras. La consideran su amiga, se desviven por ella y con ella hacen alianza: bien merecen que ella los haga suyos.
Sabiduría 1;16

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